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domingo, 9 de diciembre de 2012

10 años de Canelo, el perro fiel, el perro de los gaditanos

Mi blog hoy va a tratar de una historia humana-perruna gaditana que ha llegado al corazón de todo el que la lee.

Se cumplen 10 años que se nos fue Canelo, el perro fiel, un perro de los gaditanos, un perro que nunca abandonó a su amo pese a este haber fallecido. Una verdadera historia de amor y fidelidad digna de una novela o una película de cine. Canelo tiene hasta su calle y su estatua. He aquí la historia.

 Este es Canelo, un ser excepcional. Su dueño, enfermo del riñón, estaba en diálisis, y todos los días Canelo le acompañaba y le esperaba a la puerta. Hasta que un día no salió. Canelo se negó a moverse de allí, y allí vivió esperando, a la puerta del hospital, durante nada menos que doce años. El perro Canelo ha sido toda una institución en Cádiz, y Cádiz ha demostrado que sus ciudadanos también saben ser fieles. Quizás no tanto como Canelo, pero casi.

A continuación les relato la historia para el que aún no la conozca... es emotiva de leer sobre todo para el que sepa la historia y lo haya visto.

Canelo era, para su dueño, compañía y aliento, y cuando enfermó y se vio sometido a diálisis diaria, el perro Canelo le acompañaba hasta la puerta del gaditano Hospital Puerta del Mar, alias “La Residencia”. Espérame aquí, chaval; y Canelo esperaba, matando las largas horas de la diálisis a base de pensar en el momento en que se abriría la puerta y Dueño saldría por ella. Pero un mal día Dueño no salió: su vida se enganchó entre tubos y agujas, y hubo de quedarse ingresado.
Durante varias semanas, Canelo esperó y esperó. Las enfermeras amigas le traían noticias del amo, recuerdos y besitos, además de comida. Le prepararon una cama de cartones a cubierto, adivinando que el perro no iba a marcharse. Pero su Dueño murió, y Canelo, se negó a entenderlo. Y decidió que allí se quedaba. Y se quedó.
Intentaron buscarle un hogar, pero fue en vano. El perro Canelo no quiso más hogar que aquel que le hacía sentirse a un paso de su dueño. Los laceros de la perrera municipal cogieron un día a Canelo, porque hubo uno que lo denunció, diciendo que había atacado a su perro. Se movieron los trabajadores de la Residencia y los amantes de los animales y pidieron el indulto de Canelo como los pañuelos blancos de una plaza reclaman la vida de un animal bravo y noble. Los vecinos de la Avenida le adoptaron colectivamente, y Canelo fue el perro de todos. Nunca le faltó comida, ni agua, ni una mantita en invierno, ni las caricias que no podía ya prodigarle el amo, ni una palabra de aliento. El pueblo gaditano aceptó al chucho (como animal de compañía), y hasta consiguió que el teniente de alcalde de Sanidad, José Blas Fernández, firmara un decreto perdonándole la vida. Yo mismo después del colegio a veces lo veía o cuando iba al hospital para algún asunto le echaba de comer (aunque mi madre al ser un perro callejero nunca me dejaba tocarlo...)
En fin, y eso que AGADEN se encargó del tema sanitario. Canelo era un perro sano, vacunado y con todos los papeles en regla. Y durante doce años, doce, vagabundeó por los alrededores del hospital haciendo de su callejón su reino, a la espera siempre, con la seguridad absoluta de que su dueño no le había abandonado. Doce años, hasta el mal día en que se dejó el pellejo debajo de las ruedas de un coche, o, quién sabe, pensó “mucho está tardando este, me voy a ver si lo encuentro”.
Cádiz rinde así homenaje a este perro valiente y leal y le ha dedicado el callejón en que pasó su vida. Por lo menos, que nadie olvide que la lealtad y la fidelidad existen.
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En la trimilenaria ciudad de Cádiz, un animal escribió con letras de constancia y pulso de lealtad, una de las más hermosas páginas que la humanidad recuerde. Lo llamaron "El perro de Cádiz" y "El perro de todos". Incluso, alguien lo definió como canis viator gardirense, es decir, "perro callejero gaditano".
Este can tiene calle propia. El Ayuntamiento, gracias al empuje de AGADEN (Asociación Gaditana para la Defensa de la Vida y el Estudio de la Naturaleza) y del pueblo entero, le dio su nombre a la via peatonal adyacente al Hospital Puerta del Mar, donde pasó sus últimos años. En la citada calle se instaló una rememorativa placa de bronce, en la que se lo ve echado, en inequívoca postura de espera.

1 comentario:

  1. Y aunque no sea muy romántico, también tiene su frase hecha: "hacer el canelo".

    Gracias por tu artículo, nos ha gustado mucho a todos los que lo conocimos.

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